Recibí hace unos meses al igual que todos mis compañeros , una invitación a participar en el próximo TEDx
La verdad es que cuando la ví, pensé inmediatamente que no tenía nada que ver con mi actividad ni conmigo, y la tiré a la papelera. El caso es que desde que conozco las TEDtalks, hace algunos años, y me explicaron bien lo que era (confieso que al principio pensé que podía ser ¡una secta! perdón) he visto unas cuantas y me han encantado. Y el hecho de conocer a algunos speakers me hizo considerar la posibilidad de intentar participar yo misma.
Así que mis ganas de hacerlo me hicieron reconsiderar la postura y rescatar la invitación de la papelera, ya con una idea que en mi opinión merecía la pena compartir, en mente.
Redacté mi propuesta y la envié, con tanta ilusión como poca esperanza. Durante un tiempo repetí a mi gente más cercana incesantemente «quiero ir, quiero que me elijan…» Un buen día recibí un mensaje firmado por el Equipo TEDx : «Enhorabuena, has sido preseleccionada». Recalco el «pre». Aún no estaba seleccionada del todo, pero solo sirvió para darle más emoción aún de la que yo ya tenía.
Una vez seleccionada del todo, y con tres semanas de tiempo antes del evento, mantuve una conversación con el responsable del equipo que me animaba con palabras como «a triunfar» «si tú disfrutas harás disfrutar a los asistentes»… Confesé que me da mucho miedo hablar en público, que yo soy a la que le da miedo de verdad, que todos lo dicen pero no es cierto 😉 Comparé mi situación a la de un salto en paracaídas: lo quiero hacer, quiero vivirlo , pero me da mucho miedo tirarme y no ser capaz de disfrutar el vuelo o de aterrizar bien.
Pedí ánimos y ayuda a todo el que me los quisiera dar, y realmente ahí tengo tanto que agradecer que no tengo palabras. Desde otros TEDspeakers, pasando por todos los que me animaron, hasta quien me envió varios enlaces de ayuda, me dejaría a muchos y pido perdón por no mencionar.
La organización del evento fue impecable. El día anterior me acerqué para un ensayo ante miembros del equipo y me puse nerviosísima. Lo hice, dije mi discurso, pero muy atenazada. Les dije que el día D estaba segura de que estaría mejor pero me fui al hotel muy preocupada y pensando que ellos, aunque me animaron, estarían inquietos también pensando que podría quedar fatal.
Al día siguiente hubo ensayo por la mañana ya en el escenario, sobre la «blue carpet», ante miembros de la organización, otros speakers y staff moviéndose por el recinto colocando cables y… ¡ Me salió muy bien! Hasta me aplaudieron 🙂 No sé si ya he dicho que son muy amables.
LLegada la hora H, el ambiente impresionaba un poco más. El auditorio se llenó de gente. Por si me parecían pocos, mostraron las demás salas del edificio en las que había más público siguiendo la retransmisión. Para contribuir a la sensación, el presentador saludó con un «Buenas tardes, y buenos días y buenas noches para los que nos siguen desde otras partes del mundo».
Antes de mi intervención, tuve el placer de conocer a Antonella Broglia. Es una mujer entusiasta, fuerte y vital, con un mensaje precioso que transmitir que me dió un consejo para tranquilizarme. Me dijo que me olvidara de mí y pasara el protagonismo a lo que iba a decir, que era lo importante. Procuré hacerlo y me ayudó mucho.
Se me olvidaron cosas ¡hasta decir buenas tardes! Dije que era de Bilbao 😉 los bilbainos me comprenden pero ya los demás… Pude haberlo hecho mejor. Sin duda. Pero la resultante (expresión de mi madre) como experiencia fue buenísima. Disfruté mucho, confío en haberlo sabido transmitir, y espero que les gustara mi idea. Os la contaré en próximos posts, así tendré ocasión de reparar los olvidos y los fallos.