No veía el momento de escribir sobre reputación. Recuerdo un post donde se hablaba del  enfado de los que no están en la lista (creo que era de médicos más influyentes en Twitter) y la vanidad de los que sí. Yo no estaba ni enfadada ni en la lista y pensé que lo que dijera iba a atribuirse a mi inexistente enfado, así que preferí no decir nada.

Pero ahora he tenido el honor de ser nominada a los !Doctoralia Awards!  así que  seguramente desde la vanidad, voy a utilizar el diario para lo que se supone que es y contaré lo que pienso. Por cierto, sensación efímera porque de momento solo estoy nominada, pero confieso que quiero ganar, y entonces sí que la palabra vanidad se quedará corta para describir mi emoción 😉

Recientemente salió una clasificación en El Mundo sobre los mejores hospitales y  médicos. A mí me llamó la atención una psiquiatra que conozco,  buenísima profesional. Me acordé del familiar de un paciente y pensé que tal vez al verla, este familiar querría que les atendiese ella. Quizá pensara incluso que puede curar su grave enfermedad, o que al menos va a ir mejor con ella. Tal vez en esa idea esté dispuesto a hacer todos los esfuerzos posibles para acceder a su consulta, a pesar de que  se dedica principalmente a la investigación. Esto me hizo recordar una  entrada tan acertada como atrevida de otro psiquiatra, Paco Traver, y su opinión sobre otra cuestión en la que la reputación tiene una enorme importancia: qué colegio elegir. Él recomienda enviar a los hijos al más cercano a su domicilio y explica por qué.

Haciendo un paralelismo con lo que él aplica al colegio ¿cuál es el médico a elegir para un paciente? ¿el que mejor reputación tiene ? ¿el mejor situado en las listas?

Si uno hace música,  literatura,  cine, o cocina…. comprendo la importancia de estar en cabeza de la lista. Además, sus obras pueden ser juzgadas por expertos que valoren con objetividad el producto de su creación. Pero en un médico ¿qué significa en realidad ser el mejor? ¿Y qué le supone eso al paciente? ¿Qué le importan a él los papers y la reputación?

La realidad es que cada paciente apreciará y valorará en su médico unas características, posiblemente no siempre acertadas.

Ni siquiera en una complicada cirugía yo elegiría al primero de una lista solo por estar ahí. Si conozco y aprecio a otro y confío en él, no dudaría.

Incluso el Papa ha reconvenido a sus sacerdotes diciéndoles que abandonen su preocupación por figurar y ocupar primeras posiciones, y que no deben nunca perder de vista su misión.

Pienso que es aplicable a los médicos. No queremos ser el primero sino hacerlo lo mejor posible en todos los aspectos que necesiten nuestros pacientes.

Todos conocemos casos negativos de supuestos mejores médicos  y lo contrario. Y valoraciones injustas.

Recomiendo a quienes estén buscando angustiados en las listas de reputación al mejor para tratarles  que se guíen por su médico de confianza,  y que no se preocupen si no les aconseja una consulta con el número uno. Confíen. Estarán en buenas manos.

Por mi parte, hasta que llegue el día soñaré  que estoy en un teatro forrado de terciopelo rojo, sentada en el patio de butacas y atendiendo al presentador que con un sobre en sus manos dice: el ganador o ganadora del premio al mejor médico es…. mientras una enorme ola de vanidad lo anega todo 😉

Mi enorme y sincero agradecimiento a Doctoralia y a mis pacientes.

Nota de febrero 2015: Gané

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