Lo que hay que saber del Bisfenol

¿Debemos alarmarnos o no?

 

Estos días ha vuelto a saltar un poco la alarma sobre el bisfenol, ese compuesto tan ampliamente utilizado industrialmente, que recubre envases de alimentos y que puede pasar a ellos y de allí a nuestros cuerpecillos. Según sus posibles efectos, como para asustar. Según la ciencia, no es para tanto.

Como siempre, Francia nos toma la delantera. Ya os conté por aquí lo que hacen con los móviles y los niños y las mochilas. El caso es que no entiendo por qué, siempre que voy a un supermercado allí, tienen tipos de yogures que aquí no han llegado. De niña lo encontraba normal. Ahora no tanto.

Pues respecto al bisfenol A, han comenzado a declarar en sus papeles térmicos que están libres de él.

 

 

 

 

Continuamente se hacen estudios de investigación sobre la exposición y toxicidad del bisfenol A (BPA) y cuando alguno trasciende a la opinión pública, no siempre es tratado con el rigor científico necesario; de ahí la alarma.

El bisfenol A es uno de los compuestos químicos más utilizados en el mundo. Tiene la capacidad de alterar las funciones de las hormonas en el organismo: es un disruptor endocrino.

Sus efectos tóxicos afectarían principalmente a las funciones reproductoras, el desarrollo (peso al nacer), metabolismo (obesidad, diabetes…) y cáncer, por su capacidad de actuar sobre receptores hormonales alterando la expresión de genes o proteínas.

Los efectos más graves se han visto en niños y niñas de madres expuestas durante el embarazo y la lactancia. Por ello los estudios se centran en la evaluación de la exposición prenatal y los efectos adversos en los descendientes.

El mayor peligro de la exposición a BPA, se da cuando se produce en estadios tempranos de la vida, alterando los procesos de desarrollo, maduración o diferenciación celular. También puede alterar el desarrollo de la placenta.

 

Las formas de entrada del bisfenol al organismo son tres:

 

  1. – vía oral a través de la ingesta de alimentos, por su paso desde plásticos y resinas de recubrimiento de envases.
  2. – vía cutánea por contacto y absorción través de la piel. Principalmente exposición ocupacional por papel térmico.
  3. -vía respiratoria, polvo.

La vía oral es la fuente de exposición más importante, un 90% del BPA presente en todos los grupos de edad en países desarrollados proviene de esta fuente, a través de los alimentos.

 

La Agencia Europea de Seguridad Alimenticia (EFSA) modifica los valores límite admisibles, según los resultados de los estudios que realiza continuamente.

 

En su última revisión científica, concluye que el bisfenol A no supone riesgos para la salud en su utilización como material destinado a entrar en contacto con los alimentos. Aun así, en 2015 bajó el nivel de ingesta tolerable de 50 microgrs por kg de peso corporal al día, a 4.

Conviene saber que el efecto máximo de BPA se produce a dosis bajas, la curva dosis-efecto tiene un comportamiento peculiar. Efectos sobre la correcta funcionalidad del sistema reproductivo masculino se producen con dosis consideradas no tóxicas.

Cuando se ingiere a través de los alimentos, el hígado lo metaboliza rápidamente, desintoxicando. Lo transforma en un compuesto inocuo que se elimina por orina

  ¿Y qué pasa con los que por alguna razón tienen un hígado que funciona no del todo bien?

Por ésto, la EFSA concluye en su último informe que “el BPA no presenta riesgos para la salud de los expuestos” aunque señala la necesidad de estudiar más la exposición a fuentes no dietéticas. Tras la absorción cutánea, pasaría en forma libre a la sangre pudiendo realizar su acción de disruptor endocrino previamente a su paso hepático.

La preocupación de la EFSA viene por la incertidumbre, que debe ser evaluada y estudiada,  en referencia a la exposición al bisfenol de fuentes no dietéticas, como a través de cosméticos, polvo o papel térmico. Se espera que  en breve, el Programa Nacional de Toxicología de Estados Unidos  de respuesta a este desconocimiento.

 

Del informe de la EFSA, podemos concluir que:

 

La dosis diaria de exposición a bisfenol de la población , no presenta riesgo para la misma. Sin embargo, pueden observarse consecuencias más acusadas en población sensible y expuesta durante gestación y lactancia.

 

Respecto a su posible sustitución por Bisfenol S, no hay datos de su inocuidad. La comunidad científica internacional no cree que pueda haber gran diferencia con el BPA, aunque aún no haya sido bien estudiado.

 

No hay motivos reales para preocuparse por el bisfenol, pero sí que hay que enfocarse en dejar de utilizarlo, especialmente en productos no alimenticios.

 

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