No soy #sherpa ni #influencer

No soy CEO ni cofounder fueron las primeras palabras que aparecieron en la presentación de la Dra. Anabel Salazar en aquella edición de Ideagoras en la que conocí a tanta gente genial y aprendí tantas cosas, una constante para mí a partir de entonces en todos sus eventos.

En la línea de Estoy nominada, ésta es una entrada muy blog/diario, aunque con un punto profesional, como siempre procuro hacer.

Hablaba hace poco con unos amigos sobre los influencers, y nos preguntábamos por su objetivo. En la misma palabra va el significado de hacer que otros hagan, o piensen, o compren, o sepan…

¿Quién los elige? ¿por qué y para qué?

En salud, varios de los influencers que conozco son personas de referencia para mí,  cuyos blogs prescribo a mis pacientes y con las que alguna vez he debatido cuestiones profesionales. Confieso que en dichos temas confío en acabar influyendo yo, aunque lo tenga difícil 😉 ¿Deberíamos enfrentarnos por influir? En absoluto. De hecho muchos de ellos me han prestado su voz para mis fines generosamente .

Propuesta de influencia

Los influencers podrían servir a la sociedad si se utilizara de forma organizada y consensuada su criterio sobre  temas de importancia e interés en el momento oportuno. Como una especie de órgano colegiado. Como «contra» de esta idea yo misma veo que se podría perder el carácter de espontaneidad y de transmisión cercana entre sus redes, aunque en realidad pienso que no, que se sumarían ambas vías.

En mi ejemplo favorito, las mochilas: sería bueno para todos que los influencers pidieran a los profesores que eviten que los niños carguen mochilas (ni el 10% ni nada), en vez de tener en todos los medios de comunicación a otros organismos (como la OCU) hablando con sus limitados conocimientos de este tema.

Y aquí tenéis otro ejemplo que os ruego que no os perdías, de alguien que ojalá fuera un gran influencer, hablando claro de discusiones entre «los que saben y los que no saben»

Aunque ésto parezca una explicación pueril, no es que los expertos en un tema sean mejores o más listos que los que no lo son. Es que se han formado y acreditado en ese campo por lo que hablan con conocimiento y además con criterio.

A mí me preocupa la enorme capacidad de difusión de ideas sin ninguna  base científica que veo en temas de salud. Utilizan los medios de forma atractiva, el mensaje es sencillo, agradable, fácil, y tiene un gran calado entre la población.

Además, cuentan con la ventaja de que al no tener nada del método científico, sus aseveraciones pueden permanecer inalterables a lo largo del tiempo. En cambio en Medicina, como continuamente se evalúa, se estudia y cuestiona todo para llegar así al máximo de conocimiento posible en cada época, tenemos la desventaja de que puede parecer que cambiamos de opinión porque no sabemos nada, actuando permanentemente desde el error, cuando en realidad lo que sucede es que cada vez sabemos más.

Como ejemplo el grupo Salud y Bienestar en Google + . Un nombre general, que a todos interesa, cuyo sentido todo el mundo conoce (no como el mío, Medicina Participativa) 😉 y con un contenido que deja mucho que desear  desde el punto de vista de una médico como yo, que por serlo soy experta en salud.

Es curioso que a veces sintamos que tenemos que pedir disculpas por ser expertos en salud y tratar de hacer que nuestro criterio en estas cuestiones prevalezca, mientras que a otros se les concede además de la palabra la credibilidad, sin apenas reparos.

Estar nominada en su día me trajo algo muy bueno, y no ser influencer me ha traído hoy un viaje a Málaga en el que tendré el privilegio de recorrer el Caminito del Rey. Os lo contaré.

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