Impuestos sobre comidas y bebidas azucaradas

Hemos hablado en varias ocasiones sobre la epidemia de obesidad y sus implicaciones, y desde otro punto de vista también sobre su relación con la moda.

Yo tengo una visión muy radical en este tema, pienso que como médico es la única que se puede tener.

Acabo de leer una vez más a un compañero al que aprecio y admiro haciendo la sempiterna recomendación a los pacientes y público en general:

Cuidarse es fácil, come menos y muévete más.

El caso es que ya hemos comentado también aquí, que precisamente quien más necesita seguir esa recomendación es quien más dificultades tiene en hacerlo. Y que (ésto es ya más una opinión personal) debemos huir de culpabilizar a quien no siga las aparentemente sencillas recomendaciones, porque para ellos es extremadamente difícil, aunque los no «gorditos» no lo puedan entender.

En mi opinión, debería ser una cuestión política proporcionar a la gente entornos saludables. Sabemos que la salud de las personas depende más del código postal que del genético, y ésto es una noticia genial, porque a diferencia del código genético, las condiciones del postal las podemos modificar hasta hacer que coincidan con las de los más favorables.

En el sistema de salud británico se plantean gravar con impuestos el precio de comidas y bebidas azucaradas en sus hospitales. Y hacen una encuesta a los médicos a ver si les parece bien o mal la medida.

 

Como médico y ante un problema de salud tan importante, no entiendo por qué somos tan complacientes con la industria alimenticia.

 

Entiendo que alguien tenga que ocuparse de los intereses de esta industria, pero desde luego que nosotros no.

Subir precios (es lo que yo entiendo por impuestos desde mi ignoracia económica) está bien como medida disuasoria y que pretende inducir un cambio de conducta en los consumidores. Pero no entiendo por qué no ser más radical.

A los «gorditos» les suele costar mucho hacer elecciones saludables ante esas comidas y bebidas que desde su dulce sabor hasta su atractiva publicidad, han sido diseñadas para seducir.

¿Por qué en vez de ponérselo más caro  no pasamos directamente a ofertar exclusivamente producto saludable en las máquinas de vending?

Y saludable para todos: obesos y delgados, enfermos y sanos, grandes y pequeños. Con el añadido de que para algunos el beneficio irá  más allá y será además auténticamente terapéutico.

En vez de traer la manzana desde casa, que lo que haya que traerse sea el donuts.

 

Para modificar el comportamiento ante la adquisición de comida existe una forma infinitamente mejor que hacer más caros los productos azucarados: no ofertarlos.

Como médico me parece la medida a apoyar, y se puede.

 

2 comentarios en «Impuestos sobre comidas y bebidas azucaradas»

  1. Este tema, el del cambio de comportamiento de los ciudadanos a la hora de elegir opciones saludables, es uno de mis favoritos. El dilema es siempre el mismo: ¿debe la administración prohibir un alimento que puede provocar obesidad o problemas cardiovasculares? ¿O estamos entrando en terrenos resbaladizos que dependen de cada persona? ¿Es ético limitar la autonomía de cada persona?

    Mi opinión se aproxima mucho a la tuya, pero a veces lo pienso seriamente y me entran dudas acerca de la ética de la «coacción» (prohibir, poner impuestos, etc). Hablé hace poco del tema en esta entrada:
    http://saludconcosas.blogspot.com.es/2016/01/educacion-o-coercion-las-dos-caras-de.html

    Lo que si tengo claro es que con educación no se consigue mucho, al menos si no hay otra intervención asociada que tenga inicialmente más impacto. Además, si prohibes la venta de alimentos «malos», la gente no los consume pero sin estar convencidos. ¿Se generará un mercado negro de napolitanas de chocolate y de donuts?

    Gracias Blanca

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    • Muchísimas gracias a ti, por el comentario y por el enlace a tu magnífico post sobre este tema.

      Mi punto de vista es muy distinto porque no contemplo la elección saludable desde la voluntariedad, como explicaba en «los gorditos y el amor«. Nuestro comportamiento está tan mediado por nuestros neurotransmisores, que modificarlo es una ardua tarea.
      ¿Por qué hay menos obesos en códigos postales más favorables? ¿Porque sus ciudadanos tienen más educación sobre alimentación saludable o porque tienen mayor disponibilidad de dicha opción?
      Creo que es principalmente por lo segundo.
      Como decía, pienso que en un centro de salud lo coherente es que la oferta de la máquina de vending sea producto saludable.
      Que no tengas que traerte de casa la manzana sino el bollo, exactamente al revés de lo que ocurre ahora. No que el bollo esté prohibido, te lo traes tú si quieres, pero va a ser lo difícil, lo que te va a costar más hacer.
      No digamos en un centro educativo o de trabajo. En Finlandia ya han superado el concepto de bienestar en el trabajo y están en conseguir salud gracias al lugar de trabajo.
      Un niño que todos los días coja un producto de bollería industrial de la máquina de vending, al cabo del curso habrá ganado unos cuantos kilos. Saberlo es razón suficiente para pedir que sólo haya fruta en esas máquinas. No estamos limitando la autonomía de esas personas. Estamos favorenciendo que tengan un entorno saludable. A mí lo que me parece poco ético es no hacerlo.
      Como te decía, no hablo de prohibir sino de facilitar . La gente puede estar convencida de que algo es malo, como fumar, y no ser capaz de dejarlo. Creo que no es el abordaje correcto.
      No sé gran cosa de ética, pero que en establecimientos sanitarios, laborales y educativos haya solo productos saludables en vez de bollería industrial me parece coherente. Y en un país como el nuestro en el que las mujeres cobran menos que los hombres en el mismo puesto sin que pase nada, me parece muy ético además 😉

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